Una vez se ha conseguido la articulación correcta de un fonema, el control de la fluidez del habla en casos de disfemia o tartamudez, o mayor intención comunicativa en los casos de retraso del lenguaje, aún nos queda una parte fundamental de la intervención: LA GENERALIZACIÓN A SU USO ESPONTÁNEO, si que el niño tenga que prestar una atención a este aspecto para que salga correcto, que "le ya bien sale sin darse cuenta".
- repitiendo el sónido en sílabas con diferentes fonemas y en distintas posiciones.
- repitiendo palabras con ése sonido.
- repitiendo frases con ése sonido.
- nombrando (ya sin modelo, sin repetir) dibujos cuya palabra contenga ese sonido (para ello, utilizaremos los "lotos fonéticos")
- describiendo acciones o personajes.
- manteniendo conversaciones donde el interlocutor avisa al niño/a de sus errores con sutileza:
* repitiendo correctamente lo que este acaba de decir (corrección indirecta)
* indicandole su error y posibilitando la autocorrección: ¿cómo?¿qué me decías que no te entendí?
- en los casos en los que ya hay un nivel mínimo de lectura, es importante conseguir la asociación del sonido correcto a la letra, utiizando luego la lectura como otra importantísima herramienta de generalización: si el niño suele articular "cuato" por "cuatro", el apoyo visual de la presencia de la letra "r" ayuda a su corrección en el habla.
Esta etapa de generalización tiene una duración variable (habitualmente varias semanas) siendo la colaboración familiar fundamental para trabajarla durante todo el día.. En el caso de una segunda lengua, esta fase será más larga y compleja teniendo el cuenta el tiempo e interlocutores con los que se utiliza.
María Ordax Soler
Especialista en Audición y Lenguaje de Edu-In.
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