En 1983, Howard Gardner, un psicólogo estadounidense, profesor de Ciencias de la Educación en la Universidad de Harvard, enuncia una teoría de la inteligencia que va más allá de los planteamientos unidireccionales, basados en la capacidad de razonamiento vigentes hasta la fecha: la Teoría de las Inteligencias Múltiples. Esta corriente teórica defiende la existencia de 8 tipos de inteligencia diferentes, existentes en mayor o menos medida en cada persona, que forman un constructo. Así, en función del grado de presencia de unas inteligencias y otras, tendremos sujetos con habilidades orientadas hacia determinadas capacidades.
Según el Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, los 8 tipos de inteligencia se pueden resumir de la siguiente manera:
La inteligencia lingüística consiste en la capacidad de pensar en palabras y de utilizar el lenguaje para expresar y apreciar significados complejos. Los escritores, los poetas, los periodistas, los oradores y los locutores presentan altos niveles de inteligencia lingüística.
La inteligencia lógico-matemática permite calcular, medir, evaluar proposiciones e hipótesis y efectuar operaciones matemáticas complejas. Los científicos, los matemáticos, los contadores, los ingenieros y los analistas de sistemas poseen un profundo manejo de la inteligencia lógico-matemática. Este tipo de habilidades está relacionado, tradicionalmente, con la presencia de habilidades intelectuales más o menos altas.
La inteligencia espacial proporciona la capacidad de pensar en tres dimensiones, como lo hacen los marinos, los pilotos, los escultores, los pintores y los arquitectos. Permite al individuo percibir imágenes externas e internas, recrearlas, transformarlas o modificarlas, recorrer el espacio o hacer que los objetos lo recorran y producir o decodificar información grafica.
La inteligencia corporal-cinestésica permite al individuo manipular objetos y perfeccionar las habilidades físicas. Se manifiesta en los atletas, los bailarines, los cirujanos y los artesanos. En la sociedad occidental, las habilidades físicas no cuentan con tanto reconocimiento como las cognitivas, aun cuando en otros ámbitos la capacidad de aprovechar las posibilidades del cuerpo constituye una necesidad de supervivencia, así como también una condición importante para el desempeño de muchos roles prestigiosos.
La inteligencia musical resulta evidente en los individuos sensibles a la melodía, al ritmo, al tono y a la armonía. Entre ellos se incluyen los compositores, los directores de orquesta, los músicos, los críticos musicales, los fabricantes de instrumentos musicales y también los oyentes sensibles.
La inteligencia interpersonal es la capacidad de comprender a los demás e interactuar eficazmente con ellos. Resulta evidente en los docentes exitosos, en los trabajadores sociales, en los actores o en los políticos. A medida que la cultura occidental ha comenzado a reconocer la relación que existe entre la mente y el cuerpo, también ha comenzado a valorar la importancia de alcanzar la excelencia en el manejo de la conducta interpersonal.
La inteligencia intrapersonal se refiere a la capacidad de una persona para construir una percepción precisa respecto de si misma y de utilizar dicho conocimiento para organizar y dirigir la propia vida. Algunos individuos con una profunda inteligencia intrapersonal se especializan como teólogos, psicólogos y filósofos.
La inteligencia naturalista consiste en observar los modelos de la naturaleza, en identificar y clasificar objetos y en comprender los sistemas naturales y aquellos creados por el hombre. Los granjeros, los botánicos, los cazadores, los ecologistas y los paisajistas se cuentan entre los naturalistas eximios.
Seguramente, a estas alturas del artículo, todos estaremos pensando en diferentes personas que conocemos, y en el tipo de inteligencia en el cual las podemos ubicar.
Reflexionemos ahora en el papel de esta teoría en el proceso evolutivo de los niños: bien es sabido, y en todas las escuelas se recomienda, que los niños deben de experimentar para conocer sus potencialidades, y desarrollarlas de manera óptima. Pensemos, pues, en la cantidad de actividades extra-escolares que realizan los niños de hoy en día, que si bien cumplen la función de entretenerlos y mantenerlos ocupados mientras los papás siguen con sus quehaceres cotidianos, desarrollan muchos otros roles: desde la “descarga de energía” que muchos adultos buscan para sus hijos, hasta el desarrollo de la autoestima de los niños, al ver que son habilidosos en una tarea, pasando por el aprendizaje de habilidades y capacidades que les resultarán de gran utilidad en la adultez (véanse, los idiomas y la informática).
¿Qué sucede con la educación reglada? Actualmente, las corrientes educativas en que se sustentan los planes de estudio de la mayoría de los países industrializados se basan, ya no sólo en el desarrollo de las hablididades logico-matemáticas y lingüísticas. Cada vez más, las diversas materias no consideradas instrumentales (actualmente, las materias instrumentales en primaria son Lengua Castellana, Matemáticas y Conocimiento del Medio) son tomadas en consideración con el peso que merecen dentro del currículo académico. No obstante, es indudable que las habilidades de razonamiento (temporal, lógico, verbal,…) siguen teniendo su peso en el estudio cotidiano. ¿Significa eso que si las habilidades intelectuales de un niño (tradicionalmente hablando) son “bajitas”, está condicionado a tener un recorrido escolar infructuoso? Definitivamente NO. Hay que tener claro que el presente plan de estudios en nuestro país garantiza que TODOS los alumnos (excluiríamos, evidentemente, alumnos con serias discapacidades que estuvieran escolarizados en centros de Educación Especial, para los cuales hay otras salidas y posibilidades) pueden cursar toda la educación obligatoria (el mayor o menos grado de dificultad está SIEMPRE condicionado por otras variables, excluyendo la falta de habilidades intelectuales).
Clara Rubio
Psicóloga de Edu-In y maestra
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